Luz Verde a la Impunidad La propuesta de reforma a la actual Constitución nos coloca a las puertas de la barbarie. En un país donde ya el Estado de Derecho está en entredicho sin autonomía de poderes, el cambio a nuestra Carta Magna viene a dar el zarpazo definitivo a la legalidad y de manera descarada se celebra dentro del Poder Legislativo. Un pueblo sin ley, como en el Lejano Oeste, así será nuestra Venezuela si dejamos pasar ante nosotros el que puede ser el último tren que conduce a la más anhelada estación: La Democracia. En pleno siglo XXI, ese hombre nuevo que propone el gobierno, existe en todos los países del llamado primer mundo gracias a las garantías y derechos que nunca disfrutó en momentos aciagos de la historia pasada. La tendencia mundial en la actualidad apunta precisamente hacia el aborrecimiento y denuncia de tantos genocidios, crímenes y atropellos sufridos por millones de seres humanos en todo el planeta, bajo los designios de implacables gobiernos que no se detuvieron a tiempo.
Entonces ¿Hacia dónde nos pretende llevar este régimen con un Artículo 337 que elimina nuestros más elementales garantías y derechos? ¿Hemos pensado en eso? ¿Nos hemos detenido a analizar el posible escenario montado para el año próximo? Las razones son más que elocuentes. Distintas organizaciones no gubernamentales agrupadas en el Foro por la vida alertaron la semana pasada que la reforma constitucional No puede ser sometida a consulta popular, sencillamente porque aborda temas inherentes a la dignidad del ser humano que son IRRENUNCIABLES, INTRANSFERIBLES Y NO NEGOCIABLES. Estamos hablando nada menos que de nuestros Derechos Humanos y no pueden ser objeto de referendo alguno. Es decir, ante la pregunta ¿Está usted de acuerdo con que sus más sagrados derechos desaparezcan en un eventual estado de excepción? Vote Sí o Vote No, usted ¿qué decidiría?
Recordemos, cosa que pareciera no nos gusta mucho a los venezolanos, lamentables sucesos como los de El Caracazo, El Amparo, Las desapariciones de la tragedia de Vargas o Las ejecuciones del Retén de Catia. ¿Queremos que se repita y con mayor intensidad? La Conferencia Episcopal también sentenció la pasada semana que la reforma pretende acentuar la concentración de poder en manos de Una Sola Persona y la imposición de los designios y caprichos de unos pocos sobre otros a quienes ven como sus más acérrimos enemigos, en conclusión, sobre quienes podría recaer la carga de vejámenes y violaciones arriba expuestas.
En su más reciente programa dominical realizado desde Santa Clara, Cuba, el presidente Chávez manifestó sin pudor su deseo que “no querer ser ex presidente”, para evitar las consabidas críticas de las que son objeto quienes, democráticamente, abandonan sus cargos para dar paso a nuevas opciones decididas también por vía democrática. Y para poner la guinda de tan triste pastel, el Fiscal General de la República, justifica tan abominables propuestas argumentando que el derecho a la defensa, a la presunción de inocencia, a ser juzgado por sus jueces naturales, agrupados todos en el debido proceso, colocaría en situación riesgosa el hecho que se fuera a investigar. Tan patéticas consideraciones ¿podrían haber salido de la boca de un abogado venezolano? Pues sí, nada menos que del supuesto garante de la legalidad de todos nosotros.
Para culminar, imagínense sólo por un momento si de todas estas atrocidades tampoco pudiéramos enterarnos pues ya estuviera eliminado también el derecho a la información. Guerra avisada no mata soldado, reza el viejo adagio popular. Eso es precisamente lo que pretenden hacer en estos casos, los medios de comunicación social responsables e independientes.
Nunca como ahora cobran tanta fuerza las palabras que Juan Pablo II pronunció ante nosotros y en nuestro propio territorio en su última visita: Venezuela, despierta y reacciona, es el momento. Tomemos la iniciativa, no apoyemos la barbarie, no celebremos los atropellos, seamos dignos de aquellos venezolanos que han dado su vida por una Venezuela libre, democrática y plena de derechos. No demos luz verde a la impunidad.
Entonces ¿Hacia dónde nos pretende llevar este régimen con un Artículo 337 que elimina nuestros más elementales garantías y derechos? ¿Hemos pensado en eso? ¿Nos hemos detenido a analizar el posible escenario montado para el año próximo? Las razones son más que elocuentes. Distintas organizaciones no gubernamentales agrupadas en el Foro por la vida alertaron la semana pasada que la reforma constitucional No puede ser sometida a consulta popular, sencillamente porque aborda temas inherentes a la dignidad del ser humano que son IRRENUNCIABLES, INTRANSFERIBLES Y NO NEGOCIABLES. Estamos hablando nada menos que de nuestros Derechos Humanos y no pueden ser objeto de referendo alguno. Es decir, ante la pregunta ¿Está usted de acuerdo con que sus más sagrados derechos desaparezcan en un eventual estado de excepción? Vote Sí o Vote No, usted ¿qué decidiría?
Recordemos, cosa que pareciera no nos gusta mucho a los venezolanos, lamentables sucesos como los de El Caracazo, El Amparo, Las desapariciones de la tragedia de Vargas o Las ejecuciones del Retén de Catia. ¿Queremos que se repita y con mayor intensidad? La Conferencia Episcopal también sentenció la pasada semana que la reforma pretende acentuar la concentración de poder en manos de Una Sola Persona y la imposición de los designios y caprichos de unos pocos sobre otros a quienes ven como sus más acérrimos enemigos, en conclusión, sobre quienes podría recaer la carga de vejámenes y violaciones arriba expuestas.
En su más reciente programa dominical realizado desde Santa Clara, Cuba, el presidente Chávez manifestó sin pudor su deseo que “no querer ser ex presidente”, para evitar las consabidas críticas de las que son objeto quienes, democráticamente, abandonan sus cargos para dar paso a nuevas opciones decididas también por vía democrática. Y para poner la guinda de tan triste pastel, el Fiscal General de la República, justifica tan abominables propuestas argumentando que el derecho a la defensa, a la presunción de inocencia, a ser juzgado por sus jueces naturales, agrupados todos en el debido proceso, colocaría en situación riesgosa el hecho que se fuera a investigar. Tan patéticas consideraciones ¿podrían haber salido de la boca de un abogado venezolano? Pues sí, nada menos que del supuesto garante de la legalidad de todos nosotros.
Para culminar, imagínense sólo por un momento si de todas estas atrocidades tampoco pudiéramos enterarnos pues ya estuviera eliminado también el derecho a la información. Guerra avisada no mata soldado, reza el viejo adagio popular. Eso es precisamente lo que pretenden hacer en estos casos, los medios de comunicación social responsables e independientes.
Nunca como ahora cobran tanta fuerza las palabras que Juan Pablo II pronunció ante nosotros y en nuestro propio territorio en su última visita: Venezuela, despierta y reacciona, es el momento. Tomemos la iniciativa, no apoyemos la barbarie, no celebremos los atropellos, seamos dignos de aquellos venezolanos que han dado su vida por una Venezuela libre, democrática y plena de derechos. No demos luz verde a la impunidad.
Concejal Leandro Pereira
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